El impresionante paisaje y la garganta inaccesible y aislada del Lusio han atraído desde antaño a ermitaños y escaladores que instalaron sus asceterios en las cuevas de los bruscos precipicios. Después, algunos de ellos construyeron monasterios, como el del Timios Prodromos, el de Filosofos y el de Kalami.
El impresionante paisaje y la garganta inaccesible y aislada del Lusio han atraído desde antaño a ermitaños y anacoretas que llegaron hasta aquí e instalaron sus asceterios en las cuevas de los bruscos precipicios.
Primero llegaron, expulsados de Patras, los discípulos de San Andreas. El recuerdo de estos primeros ascetas del Lusio se conserva gracias a la iglesia bizantina de Ayios Andreas en la antigua Gortina. La fecha exacta de su construcción no es segura: algunos estudiosos indican que fue en el siglo VIII o IX, y otros que fue en el XIV.
Los ascetas encontraron en el Lusio aislamiento y seguridad. Más tarde, constituyeron grandes comunas. Para sobrevivir, construyeron tarimas en las abruptas pendientes de la garganta, araron parcelas y cultivaron.
Algunos estudiosos defienden que los asceterios del valle del Lusio - con la excepción de los monasterios comunales - eran más de 50. Se han descubierto ruinas de cerca de la mitad de estos, entre los que destacan: San Jorge (Ayios Georgios) en Gortina, Metamorfosi, San Eleuterio (Ayios Eleuftherios), el escete de Taxarches, el asceterio de Neofito, etc. De estos humildes asceterios los monjes construyeron los monasterios de Timios Prodromos y de Filosofo y Kalami.
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