A las afueras de Kato Tarsós, al final de un increíble recorrido de 2 kilómetros, una muralla de roca de 40-50 metros se alza frente a ti. En una de sus fisuras se encuentra, «metida» en la roca, la pequeña iglesia de la Virgen de la Roca.
A las afueras de Kato Tarsós, al final de un increíble recorrido de 2 kilómetros, una muralla de roca de 40-50 metros se alza frente a ti en una de sus fisuras, como si la pequeña iglesia de la Virgen de la Roca (o de la Asunción de la Virgen) estuviera «metida» en ella.
Por el camino de piedra con el iconostasio suba la escalera y llegue al propileo de cuatro columnas que conforman arcos. Las vistas al valle del Olvios y de Ziria cortan la respiración. En la zona norte del propileo, en una fisura de la roca, hay una imagen de la Virgen. Pasas por dos pequeñas salas abovedadas (antecámara y pronaos). Allí cuelgan todo tipo de amuletos (ropa, talismanes, piezas de metal), mostrando la fe en la fuerza milagrosa de la Virgen.
Desde la apertura en forma de arco del pronaos se entra en la nave principal que cuenta con un decorado muy austero: una lámpara de araña, un candelabro, iconos portátiles, algunos asientos de madera. Y el sonido del agua que fluye desde una fisura del altar y que acompaña tus pasos. El iconostasio es impresionante. Es una obra de arte popular, con imágenes impresionantes de Cristo, de la Virgen y de la Asunción que se cree fueron creadas en las primeras décadas del siglo XIX por el hagiógrafo de Kalavrita, Asimakis Skaltsas.
El pequeño templo data del periodo bizantino y ha sido declarado yacimiento arqueológico desde 1962 puesto que está vinculado a la ciudad medieval de Tarsós.
Se cree que en el siglo XVII un grupo de monjes se instaló en las cavidades de la roca y que luego conformaron el asceterio que se convirtió en templo dedicado a la Asunción de la Virgen. Se llamó también «Faneromeni» gracias al descubrimiento de un icono de la Virgen considerado milagroso. Según otra versión, se llamó así puesto que una madre y su hijo fueron salvados cuando se trasladaron de forma mágica a la cueva durante la masacre de Tarsós en el periodo otomano.
El lugar fue abandonado hacia la segunda mitad del siglo XIX. Sin embargo, volvió a la vida gracias al cuidado de las monjas del convento femenino cercano de la Santa Trinidad (Ayia Triada), hasta que fue definitivamente abandonado en 1993.
La Tarsós bizantina
La célebre ciudad de Tarsós, fundada en el siglo VIII, vivió su apogeo en el periodo bizantino, con el nombre de Megaloi Tarsoi. En el siglo IX fue sede la Diócesis de Sarsocorone. La explanada en la zona sur de la abrupta roca sobre la Virgen de la Roca fue amurallada. Allí se encontraba el castillo de la ciudad. Desde allí se controlaba el valle del Olvios que conectaba Evrostini con Feneós.
El mayor apogeo de la ciudad de Tarsós tuvo lugar en el siglo XV, cuando pertenecía al Despotado de Morea. En 1458 Mehmed II el Conquistador entró con sus ejércitos en el Peloponeso para atacar a los déspotas Tomás y Demetrio Paleologo puesto que mostraron desobediencia a la Sublime Puerta. Sus ejércitos desfilaron por la región de Estinfalía y del Feneos y conquistaron Tarsós. El asedio otomano y la resistencia de los guerreros arvanitas concluyó con la caída de la ciudad y su destrucción absoluta. Muchos de sus habitantes fueron enviados como esclavos a Constantinopla. El castigo impuesto por los turcos consistió en romper con martillos de madera las manos y los pies de los prisioneros, y desde entonces el lugar se llamó «tokmak hisar», es decir, «castillo del martillo de madera». En la versión griega, era el «kastro ton sfiron» (castillo de los martillos). Los pocos que quedaron en esta importante ciudad construyeron las primeras casas de Ano y Kato Tarsós y la actual Goura.
*Datos procedentes de la web kastra.eu y del texto de G. Lois en parakato.gr
Sabías que
Las rocas verticales donde se encuentra la Panayía se extienden a lo largo de 800 metros en los bordes de la cima de Tourla, entre Helmos y Ziria. Los llaman «Meteora de Corinto».
En el año 2000 se realizaron trabajos de restauración y rehabilitación del espacio interior de la iglesia de la Virgen de la Roca.
El templo siempre está abierto y puede ser visitado. Su onomástica es el 23 de agosto.
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